Ayer volví de un pequeño viaje de placer a París. Un puente intenso y artístico en el que la música también ha tenido su hueco.
De primeras uno se sorprende de la buena acogida que tiene la música en esta ciudad. No por nada es una de las principales capitales culturales y artísticas del mundo, y viniendo del triste sureste español esto se hace aún más patente. En un escenario tan insospechado como un vagón de metro podemos encontrarnos un dúo interpretando temas típicos franceses a cambio de unas monedas, saltando de línea en línea con cada parada.
Son muchos los locales que anuncian música en directo casi cada noche con una generosa proporción de jazz. De los diversos clubes especializados en este estilo visité Le Baiser Salé (el beso salado), un club de jazz fusión, jazz latino, bossa, etc. donde pude disfrutar de Loïc Pontieux & Cristophe Cravero Group, un conjunto de jazz fusión bastante bueno, aunque no me pude quedar hasta el final, ya que el metro cierra pronto y la ciudad es enorme.
El ambiente dentro del pequeño club era perfecto para una buena velada de jazz. Un entresuelo plagado de mesas y sillas con el tamaño justo para albergar las consumiciones, un escenario omnipresente por su situación y visibilidad y un sonido en su punto justo de volumen y ecualización, pudiendo distinguirse todo con claridad e incluso hablar sin ser tapado por la música o molestar al resto de la audiencia.
¿Para cuándo en Murcia una calle con locales de jazz abarrotados y con cola incluso para entrar?
martes, diciembre 09, 2008
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1 comentario:
ay macho...tu deberias ir a la sala clamores a ver algun concierto de jazz...
yo ya he visto dos veces a horacio el negro y mazo de peña...
tremendo.
por cierto, que soy arthurdestroyer
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