A la porra la ortografía, hacía años que no me levantaba un domingo tan contento de ser yo mismo.
Recapitulemos. Ayer todo empezó a las 4 de la tarde cuando salí de mi casa para coger el autobús hacia Los Patojos para ensayar. Estaba de un inexplicable buen humor propiciado en parte por haberme tomado unas cañitas amistosas con Salvador unas horas antes. Toda la música que oía en mi Zen me sonaba alegre y divertida. En el autobús me encontré con David y al llegar al local estuvimos haciendo chorradillas mientras esperábamos a Tano y Adri, que se retrasaron un rato.
El ensayo no fue gran cosa, como los últimos que hemos tenido. La tensión de tener que preparar un concierto hace que vayamos más quemados y que no demos rienda suelta a nuestra inspiración. Ésta fue la razón de que al final Tano acabara quemándose y enfadándose, hasta el punto de irse el primero de muy mal humor. Dicho esto la tarde no parece tan buena, pero al rato volvió para hablar más tranquilamente y estuvimos una media hora discutiendo pacíficamente cosas como el enfoque del grupo y lo que haremos tras el concierto de La Puerta Falsa (13 de diciembre, en los Martes Musicales), por lo que la final todo quedó en paz, tranquilidad y alegría.
Para después del ensayo había quedado con Moi y Hermes para que junto a David cenásemos los cuatro como preludio a la jam que se avecinaba. Siguiendo su costumbre, Moi llegó tarde y le tuve que invitar a cenar. Cena entretenida con cañas, tapas y muchas risas. Terminamos y nos vamos al local de ensayo, donde mientras David y Hermes preparan sus cosas Moi y yo vamos a un local cercano a pedir una cosa (censurado jeje). Llegamos a un local pequeño donde vemos para nuestra sorpresa un par de hombres de entre 40 y 50 años tocando blues-rock, que de muy buena gana nos dan lo que pedimos y además nos ofrecen bebida y charla. Gente muy simpática, tanto que Moisés se queda a tocar con ellos y mientras yo me voy con David y Hermes a nuestro local. Y ahí empieza lo bueno.
Hacía ya mucho que no improvisaba tanto y tan bien. No sé si serían las cervezas o lo bien que estaba saliendo todo, pero el caso es que para ser yo una persona bastante inmóvil mientras toco acabé pegando saltos de un lado para otro bajo en mano. Nos salieron cosas muy muy interesantes, y varias veces se dio el momento que para mí es cumbre en una improvisación entre batería y bajo: ambos hicimos varios cambios de ritmo totalmente improvisados a la vez, sin tan siquiera mirarnos; cuando algo así pasa uno no puede evitar sentirse feliz.
Lo siento pero esto no se acaba aquí, aún me quedan un par de párrafos, así que si tienes que tomarte un café para mantenerte despierto éste es un buen momento. Volvemos al local de antes para rescatar a Moi de 45 minutos de improvisación de blues estándar, y ya de paso nos unimos a ellos. Lo seguimos pasando muy bien, y de pronto David le pide a los dueños si puede tocar un ¡teclado Vox de los años 70! que había por ahí suelto. No sabía que David supiese tocar el piano, no es lo suyo porque tocaba casi siempre con una mano pero las notas las tiene bien claras. Pero lo mejor de todo era el sonido del teclado... parecía que estuviésemos de pronto en los años de Deep Purple Hammond en mano haciendo rock and roll. Casi se me saltan las lágrimas.
A partir de entonces ya la cosa se diluye un poco más y seguimos tocando en nuestro local pero cada vez haciendo más el tonto, hasta el punto en que nos cansamos y nos vamos por ahí a tomarnos algo y seguir riendo. Por entonces ya eran sobre las 3 de la mañana. Resultó entretenido durante un rato pero acabé ya cansado, así que a las 4 de vuelta a casa y a dormir con una sonrisa de oreja a oreja: la misma con la que me he despertado hoy.
Y se acabó, ya te lo has leído entero. ¡Enhorabuena! No consigo encontrar una imagen del teclado Vox que estuvo tocando David, para cuando lo haga ésa será la recompensa por leer este ladrillo.
domingo, diciembre 04, 2005
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