Es curioso cómo cambia la gente. En el colegio no solía oir apenas música, me gustaban cuatro cosas y normalmente no conocía ningún grupo. En el instituto ya empezaron a gustarme grupos, así que para poder estudiar y concentrarme escuchaba música. Ahora que además toco el bajo soy incapaz de escuchar música mientras hago cualquier cosa que requiera un mínimo de atención o concentración; si lo hago, no puedo evitar fijarme en el ritmo de batería, la línea de bajo, la melodía de voz... etcétera.
Ya pasaron los días de irme a la cama oyendo The Verve o Vangelis...
martes, noviembre 29, 2005
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